sábado, 11 de mayo de 2013

Aquellos días entre charcos y chocolate.

¿Soy la única que echa de menos ese tiempo de caramelos y escondites?
Creo que no, que todos hemos mirado a un niño abrazado a su osito y hemos recordado aquel que fue tu amigo en la infancia, ese que dormía contigo y te acompañaba a donde fuese, ¿cuando fue la última vez que lo abrazaste? Esa última vez que te acompañó como tantas otras y no te diste cuenta de que un día más tarde lo guardarías en una caja hasta tal vez años más tarde. ¿La última vez que jugamos al escondite? Ese juego en el que te acababas enfadando por tener que ligártela siempre, y ¿aquellas películas de dibujos? Esas con diálogos sin sentido en las que el gato y el perro se llevaban bien en vez de odiarse. ¿Cuándo decidimos haber crecido lo suficiente para dejar de ser unos niños? Llamadme loca, poco cuerda o quizás infantil, pero a mi nadie me dijo que tuviese que dejar de ser esa niña que se comía los helados que parecía que se los estaba restregando por la cara para refrescarse y que despertaba a su hermano pequeño para jugar con él, a mi nadie me dijo que hubiese que crecer.

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